ROSTROS de Terror
Cara 2


Pienso más hacia el lado... horizontalmente hacia
otras dimensiones paralelas, dentro de esta misma realidad que a veces se torna
bizarra, como pa sentir al señor de la casa si no tuviera trabajo completo o si
estuviera su familia desplazada, o... si pa colmo de males, todas las
anteriores y la madre estuviera sola con cuatro hijos en las calles de ciudad
metro-mierda pidiendo de la nada, perdiendo su auto-estima o aprendiendo a
engañar a los pasantes en el arte de pedir y pedir... antes de corromperse,
sentiría su real agonía... pero esto no viene al cuento.
Vuelvo a mi vida con los Cartagena y me imagino
pendejadas, como de donde salió ese apellido si el señor viene de Antioquia y
me limito a volar sobre una suposición que llevó a sus abuelos hace años en la
costa a anhelar subir a tierra antioqueña a probar suerte, y hoy retorna uno de
sus nietos a la tierra de origen...
Cuando en el transeúnte pasar de unas botas viejas
por entre el monte espeso, la mente burbujea ideas sucias envueltas en ese
morbo inconcluso y ciego de perdiciones esquizofrénicamente untadas de
autopistas donde el mundo se transforma de una pura margarita hacia sucia
inmundicia cenagosa, como si se pasara la vida por entre un filtro cubierto de
una grasa negra pegajosa, como la que tenían los rostros de los habitantes del
Cartucho de Bogotá... como extraño mis incursiones al Cartucho, buscando niños
hijos de prostitutas para rescatarlos de la calle y llevarlos temporalmente día
a día a un colegito... me acuerdo de las familias de delincuentes, hampones
normales, que les ayudábamos en sus vicisitudes espirituales, estrellándonos
con realidades mundanas de supervivencia de metrópolis que representa sistemas
en decadencia, no así mostrando ella una mueca de decadencia... de aquellas
visitas a los hampones, salían palabras de mi boca totalmente transformadas,
acopladas a un medio inmediato, sin tiempo de pensar, evitando el virus
religioso que espanta la gente, como traduciendo a una lengua urbana moderna y
callejera, untando las palabras con jergas y parábolas del vulgo que solo entienden
los que llevan suelas untadas de gargajos de calles donde se vende una droga
maldecida desde lo siglos ancestrales... allí el tacón roído del zapato fijo de
una mujer de calle sonríe al negro surco oscuro de un liquido que corre por
entre las esquinas, llevando ingredientes de los diferentes tipos de sangre que
acompañan en cada día a la primera sangre que aun clama desde el fondo
terráqueo, la sangre de Abel untada de olvidos... ya ni rojo es su color, es
parecido al surco de líquidos del Cartucho... oh, me acuerdo del Cartucho y lo
añoro, añoro su esencia de pasar sus calles entre humanos parecidos a mi
constitución biológica, pero saliendo de diferentes cultivos con siembras de
otros desperfectos sociales... la añoro y acá en la distancia, me puede solo
doler, saber que ya no existe, que una calle de cemento o un parque ancho la
han sepultado para siempre... si
alguien con títulos de capotilla colgados en sus egocéntricos edificios
estatales, con su pie que se unta de polvos finos, pisa el acelerador de una
Trooper y viene al Cartucho virtual a recoger una muestra de ese liquido oscuro
y maloliente en un cristalino tubo de ensayo Pyrex para ser escaneado en
laboratorio de capital central, creo que el resultado destruiría parámetros
escolásticos al encontrar nuevos tipos de sangre negra vibrante aun gritando
por justicia, y residuos de escupitajos salvajes verdes, sudores en esquinas
resquebrajadas, sémenes locos perdidos y amorfos por aceleres de un segundo de
despelote ausente de amor... gotas de tinto tirado frío y perdidamente oscuro,
aguapanela de varios días sin limón con huevos de moscas verdes, sobras llenas
de gusanos por días cuando lo que se botaba ya estaba podrido de esperar sin
esperanza por un hambriento que no estuviera drogado, vómitos de colores
revueltos con aguardiente, mugre de uñas con desperdicios de uñas rancias
arrancadas con cuchillo untado de sangre, zancudos muertos infectados en el
acto de tratar de empollar huevos con sus estómagos llenos de un liquido no
definido, residuos de condones aun untados de quien sabe que, mierdas de todos
los colores y sabores... olores atrapados sin salida... olores a de todo +
todo... pero acá en el monte, el olor es uno, la basura es otra, el viento es
otro, los perros si ladran, las aguas que ruedan por la ladera son otras, los
sonidos, son otros aunque en tiempos de conflicto suena el plomo y brota sangre
igual en la selva multi verde que en la selva de concreto... plomo es plomo y
baila igual mientras transita por la sangre dejando moribundos aceleres humanos
kulus a granel... no sé que mas pensar, sino en el titulo de este cuento tan
abstracto, pienso en Gabo... en tiempos de conflicto, en plomo en tiempos de
cólera, en plomo que suena y sangre que baila... el que menos cree uno fuma
mariguana, y el calladito pasa con cara de hacendado... la siembra, 250 mil la
libra, empacan en la tierra las
semillas, ya no hay quien las cuide y no
se puede sembrar en cualquier parte por ahí, al aire libre... en después de los
100 años de Soledad y de Cólera.
Como ver de lejos, si los ojos se empañan fácilmente,
hay que ver claramente las cosas que pasan alrededor... el presi durante la
temporada debe estar descansando en su finca antioqueña, le gusta los caballos
como a Asprilla... y a la yegua de Casandra, la Caponera, se la quiere comprar
alguien por 600 mil con potranca y todo, que no se los dan de una a don
Cartagena, que de a mitad... los pollos son a 12 mil cada uno, y así el
visitante se lleva dos. Lizardito, que
ya usa bota militar y valida bachillerato, le salió un trabajito de cuidar la
quinta en la montaña del frente, buen trabajo le salió a Lizardito, pero no soy
novelista y menos escritor, sino incluiríamos a Lizardito en “Tiempos de
no-Conflicto”, de cuidandero y rozando el jardín un poco. Duval se tiene que
bañar pa' ir a dejar la nota de aviso a Minca, pa que se venga a camellar
Lizardito y que a su taita no le toque estar allá... los nombres Samarios me
recuerdan al patrón de Aracataca, hizque ya no le sonaba el pito, pero como el
Rey mismo vino, cruzo el mar hasta Cartagena de Indias, y no a conquistarla,
sino a felicitar a Gabo... esto le estimulo tanto que hasta se le notaba en el
rostro allá en el Congreso de Letras, que decidió este escribir el II tomo de
su Biografía, tenaz ese man, ese si es escritor de verdad, y todavía está vivo,
pues de Hesse solo pude ver de lejos sus huellas y la casa donde nació, pues
aquella donde se refugió de estúpidas miradas, de la preguntadera de la gente y
sus momias hambrientas... no la pude visitar allá en los Alpes italianos...
esas momias son las mismas que perseguían y exigían boludeces a Henry Miller
cuando vivía en Paris... no sé, yo ya trato de esconderme sin razón, pues no
soy escritor ni pintor famoso... me acuerdo que en Paris se sentían las huellas
que Miller había dejado, no visite ninguna prostituta, no era mi misión, pues
vivía entonces con una de las Madeimoiselles Matisse, pero si encontré los
escupitajos de los hombres, eran igual a los del Cartucho... el hombre escupe y
gargajea porque no le llega la regla como a la mujer, no sé si esta palabra
“regla”, aparecerá o ya es parte de la lengua castellana... me gusta más decir
“castellano” que español, creo que por ser la lengua que nos invadió primero en
la Nueva Granada, y es de donde traemos lo que los curas nos enseñaron, y por
eso en Colombia se practica la mejorcita versión, aunque Jacobo Borda allá
escrito todo un cuento en dialectos colombianos incluso modismos... la nota es
que la “regla” le da a las mujeres y ellas no tienen ese problema que tenemos
nosotros de tener que estar gargajeando... sangre que se limpia de las
cochinadas que comemos para no hacernos mucho daño, ebrupta -palabra inventada,
con mocos, sudor, escupitajo, meada, etc... prefiero esto de todos modos...
aquello otro me sienta tenaz...
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