Cuadros Pequeños

Sunday, April 23, 2006

ROSTROS de Terror

Cara 2





Pienso más hacia el lado... horizontalmente hacia otras dimensiones paralelas, dentro de esta misma realidad que a veces se torna bizarra, como pa sentir al señor de la casa si no tuviera trabajo completo o si estuviera su familia desplazada, o... si pa colmo de males, todas las anteriores y la madre estuviera sola con cuatro hijos en las calles de ciudad metro-mierda pidiendo de la nada, perdiendo su auto-estima o aprendiendo a engañar a los pasantes en el arte de pedir y pedir... antes de corromperse, sentiría su real agonía... pero esto no viene al cuento.


Vuelvo a mi vida con los Cartagena y me imagino pendejadas, como de donde salió ese apellido si el señor viene de Antioquia y me limito a volar sobre una suposición que llevó a sus abuelos hace años en la costa a anhelar subir a tierra antioqueña a probar suerte, y hoy retorna uno de sus nietos a la tierra de origen...

Cuando en el transeúnte pasar de unas botas viejas por entre el monte espeso, la mente burbujea ideas sucias envueltas en ese morbo inconcluso y ciego de perdiciones esquizofrénicamente untadas de autopistas donde el mundo se transforma de una pura margarita hacia sucia inmundicia cenagosa, como si se pasara la vida por entre un filtro cubierto de una grasa negra pegajosa, como la que tenían los rostros de los habitantes del Cartucho de Bogotá... como extraño mis incursiones al Cartucho, buscando niños hijos de prostitutas para rescatarlos de la calle y llevarlos temporalmente día a día a un colegito... me acuerdo de las familias de delincuentes, hampones normales, que les ayudábamos en sus vicisitudes espirituales, estrellándonos con realidades mundanas de supervivencia de metrópolis que representa sistemas en decadencia, no así mostrando ella una mueca de decadencia... de aquellas visitas a los hampones, salían palabras de mi boca totalmente transformadas, acopladas a un medio inmediato, sin tiempo de pensar, evitando el virus religioso que espanta la gente, como traduciendo a una lengua urbana moderna y callejera, untando las palabras con jergas y parábolas del vulgo que solo entienden los que llevan suelas untadas de gargajos de calles donde se vende una droga maldecida desde lo siglos ancestrales... allí el tacón roído del zapato fijo de una mujer de calle sonríe al negro surco oscuro de un liquido que corre por entre las esquinas, llevando ingredientes de los diferentes tipos de sangre que acompañan en cada día a la primera sangre que aun clama desde el fondo terráqueo, la sangre de Abel untada de olvidos... ya ni rojo es su color, es parecido al surco de líquidos del Cartucho... oh, me acuerdo del Cartucho y lo añoro, añoro su esencia de pasar sus calles entre humanos parecidos a mi constitución biológica, pero saliendo de diferentes cultivos con siembras de otros desperfectos sociales... la añoro y acá en la distancia, me puede solo doler, saber que ya no existe, que una calle de cemento o un parque ancho la han sepultado para siempre...    si alguien con títulos de capotilla colgados en sus egocéntricos edificios estatales, con su pie que se unta de polvos finos, pisa el acelerador de una Trooper y viene al Cartucho virtual a recoger una muestra de ese liquido oscuro y maloliente en un cristalino tubo de ensayo Pyrex para ser escaneado en laboratorio de capital central, creo que el resultado destruiría parámetros escolásticos al encontrar nuevos tipos de sangre negra vibrante aun gritando por justicia, y residuos de escupitajos salvajes verdes, sudores en esquinas resquebrajadas, sémenes locos perdidos y amorfos por aceleres de un segundo de despelote ausente de amor... gotas de tinto tirado frío y perdidamente oscuro, aguapanela de varios días sin limón con huevos de moscas verdes, sobras llenas de gusanos por días cuando lo que se botaba ya estaba podrido de esperar sin esperanza por un hambriento que no estuviera drogado, vómitos de colores revueltos con aguardiente, mugre de uñas con desperdicios de uñas rancias arrancadas con cuchillo untado de sangre, zancudos muertos infectados en el acto de tratar de empollar huevos con sus estómagos llenos de un liquido no definido, residuos de condones aun untados de quien sabe que, mierdas de todos los colores y sabores... olores atrapados sin salida... olores a de todo + todo... pero acá en el monte, el olor es uno, la basura es otra, el viento es otro, los perros si ladran, las aguas que ruedan por la ladera son otras, los sonidos, son otros aunque en tiempos de conflicto suena el plomo y brota sangre igual en la selva multi verde que en la selva de concreto... plomo es plomo y baila igual mientras transita por la sangre dejando moribundos aceleres humanos kulus a granel... no sé que mas pensar, sino en el titulo de este cuento tan abstracto, pienso en Gabo... en tiempos de conflicto, en plomo en tiempos de cólera, en plomo que suena y sangre que baila... el que menos cree uno fuma mariguana, y el calladito pasa con cara de hacendado... la siembra, 250 mil la libra,  empacan en la tierra las semillas, ya no hay quien las cuide  y no se puede sembrar en cualquier parte por ahí, al aire libre... en después de los 100 años de Soledad y de Cólera.

Como ver de lejos, si los ojos se empañan fácilmente, hay que ver claramente las cosas que pasan alrededor... el presi durante la temporada debe estar descansando en su finca antioqueña, le gusta los caballos como a Asprilla... y a la yegua de Casandra, la Caponera, se la quiere comprar alguien por 600 mil con potranca y todo, que no se los dan de una a don Cartagena, que de a mitad... los pollos son a 12 mil cada uno, y así el visitante se lleva dos.  Lizardito, que ya usa bota militar y valida bachillerato, le salió un trabajito de cuidar la quinta en la montaña del frente, buen trabajo le salió a Lizardito, pero no soy novelista y menos escritor, sino incluiríamos a Lizardito en “Tiempos de no-Conflicto”, de cuidandero y rozando el jardín un poco. Duval se tiene que bañar pa' ir a dejar la nota de aviso a Minca, pa que se venga a camellar Lizardito y que a su taita no le toque estar allá... los nombres Samarios me recuerdan al patrón de Aracataca, hizque ya no le sonaba el pito, pero como el Rey mismo vino, cruzo el mar hasta Cartagena de Indias, y no a conquistarla, sino a felicitar a Gabo... esto le estimulo tanto que hasta se le notaba en el rostro allá en el Congreso de Letras, que decidió este escribir el II tomo de su Biografía, tenaz ese man, ese si es escritor de verdad, y todavía está vivo, pues de Hesse solo pude ver de lejos sus huellas y la casa donde nació, pues aquella donde se refugió de estúpidas miradas, de la preguntadera de la gente y sus momias hambrientas... no la pude visitar allá en los Alpes italianos... esas momias son las mismas que perseguían y exigían boludeces a Henry Miller cuando vivía en Paris... no sé, yo ya trato de esconderme sin razón, pues no soy escritor ni pintor famoso... me acuerdo que en Paris se sentían las huellas que Miller había dejado, no visite ninguna prostituta, no era mi misión, pues vivía entonces con una de las Madeimoiselles Matisse, pero si encontré los escupitajos de los hombres, eran igual a los del Cartucho... el hombre escupe y gargajea porque no le llega la regla como a la mujer, no sé si esta palabra “regla”, aparecerá o ya es parte de la lengua castellana... me gusta más decir “castellano” que español, creo que por ser la lengua que nos invadió primero en la Nueva Granada, y es de donde traemos lo que los curas nos enseñaron, y por eso en Colombia se practica la mejorcita versión, aunque Jacobo Borda allá escrito todo un cuento en dialectos colombianos incluso modismos... la nota es que la “regla” le da a las mujeres y ellas no tienen ese problema que tenemos nosotros de tener que estar gargajeando... sangre que se limpia de las cochinadas que comemos para no hacernos mucho daño, ebrupta -palabra inventada, con mocos, sudor, escupitajo, meada, etc... prefiero esto de todos modos... aquello otro me sienta tenaz...






 

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